Cuando tus dedos rozaban mi piel mi cuerpo se estremecía, mis pelos se ponían de punta, mi cerebro quería más. No quería cerrar los ojos para poder guardar esos momentos conmigo para siempre (o para tener más recuerdos, quizá). Cerré los ojos y me sentí en paz.
Tu no respirar. Tu piel. Tu boca. Tus labios. Tu. Y esos momentos que no eran para nada fugaces.
Bonito tatuaje... ¿puedo lamerselo?
ResponEliminaSiempre suyo
Un completo gilipollas
La piel también tiene memoria. A veces más que los ojos.
ResponElimina