Ese absurdo hedonismo que no te deja ver más allá de tu sombra. Ese absurdo nihilismo que no me deja ver más que un absurdo muro blanco transparente ( quizá gris).
El mar, la sal en nuestra piel, la miel en nuestros labios. Y tu extraña obsesión fuera de tu campo visual, del eje terrestre, de la órbita espacial, de eso que te hace tan especial.
Tan especialmente absurdo. Tan simple. Tan complejo.
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