dimarts, 9 de març del 2010






Llegué a casa, me desnudé y me metí en la cama. Olía a ella. Su pelo había dejado impregnada su fragancia en mi piel, y aunque no era desagradable era quizá incomodo. Nunca me ha gustado esa extraña sensación de felicidad, nunca me han gustado las consecuencias que eso conlleva en mí.

2 comentaris: