dimarts, 14 d’abril del 2009















Eres la eterna sinfonía, esa que uno escribe en su lecho de muerte y se repite al largo de los tiempos. Eres ese libro que empezaste y nunca terminaste. Eres esos largos paseos frente al mar, esos que nunca terminarán. Eres el oxigeno que corre en los pulmones, eterno e infinito. Eres pluma, tinta y papel. Eres ese cuento lleno de historias interminables que siempre terminan en un punto pero sientes que siempre te acompañan. Eres un grano de arena en medio de la playa. Eres esos versos empezados a escribir que se pierden en un trozo de servilleta. Eres todas esas ideas a las cuatro de la mañana que al levantarte ya no están. Eres todas las emociones del mundo metidas en una botella. Eres esa canción que nunca pararías de escuchar. Eres esa fotografía guardada en un viejo cajón. Eres un recuerdo guardado en el fondo del algún corazón. Eres el motivo por el que alguien de vez en cuando sonríe.


Eres los cinco sentidos que te acompañan. Eres la vista cuando tus ojos te hacen sentir que mirando al horizonte serás libre para siempre. Eres el gusto cuando tu paladar nota ese estupendo sabor qué te hace elevar tan alto como pudieras llegar a imaginar. Eres el tacto cuando al tocar una persona te sientes a gusto y puedes soñarlo todo. Eres el olfato cuando juzgas a una persona por como huele. Eres el oído cuando escuchas bonitas palabras que te hacen sentir especial e única.


Eres tú. Eres todo eso metido en un cuerpo y una mente. Eres quien nunca imaginaste ser, pero eres mucho mejor que en tu imaginación. Eres frágil y soñadora… ese es tu mayor defecto.

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